lunes, junio 04, 2007

Revolucion de la Clase alta

La revolución del 6 de setiembre de 1930



En 1930, el país vivía un momento clave. La crisis internacional, con sus secuelas sociales de desocupación y miseria se sumaron a los inconvenientes de la última etapa de la gestión presidencial. Yrigoyen, ya anciano y enfermo se empeñaba en resolver personalmente todas las cuestiones de estado ocasionando demoras e ineficiencia en su resolución. También se lo acusó de rodearse de ineptos obsecuentes que obstaculizaban su gobierno.
Se inició así una acción opositora en la que intervinieron miembros del Congreso, la prensa, el Partido Socialista independiente y grupos nacionalistas, estos grupos constituían una nueva fuerza desprendida del conservadorismo, que simpatizaba con las ideas fascistas de Mussolini. Postulaban sustituir el sistema político constitucional por uno nuevo de corte corporativo y derogar ley electoral vigente (ley Saenz Peña). Encontraron partidarios en las filas del ejército y en algunos intelectuales como Leopoldo Lugones, autor de La Hora de la espada (1927).
El 9 de agosto se da a conocer el "Manifiesto de los 44" al que adhirieron parlamentarios de distintos sectores. Este manifiesto alteró aún más los ánimos y las críticas se hicieron más viruletas. Mítines políticos opositores, grupos universitarios y grupos nacionalistas provocaron disturbios reclamando la renuncia de Yrigoyen. Solo los socialistas auténticos y los demócrata progresistas reclamaron calma.
El ejército también manifestó su disconformidad con la gestión de gobierno. Pero había dos sectores con distintas propuestas. Uno encabezado por el general José Félix Uriburu proponía la reforma total del sistema y la eliminación del sufragio universal para reemplazarlo por un sistema corporativo.
El otro sector, liderado por el ex ministro de Guerra general Agustín P.Justo sostenía la necesidad de derrocar a Yrigoyen pero manteniendo el sistema vigente.
El golpe ya era un hecho pero Yrigoyen no creía en él, Dellepiane, ministro de Guerra renunció al sentirse impotente frente a la situación. El 5 de septiembre Yrigoyen delegó el mando en el vicepresidente Martinez, su salud era muy débil. Este declaró el estado de sitio pero la revolución ya estaba en marcha.
Uriburu llegó a la casa de Gobierno sin resistencia alguna. Horas después el vicepresidente entregaba el mando. Yrigoyen se entregó en la ciudad de La Platas donde fue arrestado y enviado a Martín García.

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